El estudio de MEER revela cifras alarmantes
Berlín, Septiembre de 2010. El creciente número de choques entre veleros y ballenas en todo el mundo se observa con preocupación. Hasta la fecha se creía que las colisiones entre veleros y ballenas eran más bien una excepción. El primer estudio sistemático mundial llevado a cabo por MEER demuestra que tales casos ocurren con más frecuencia de lo que se cree.
La investigación, cuyos resultados se presentaron en Junio de 2009 en la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (actualizada en Septiembre de 2010 en un taller internacional del CBI), recoge los resultados de una amplia investigación en internet y las respuestas a una encuesta internacional en línea, en la cual los marineros podían informar sobre sus experiencias en relación con las colisiones o casi colisiones. De este modo, se listaron aproximadamente 110 colisiones, más casos de los esperados.
Un problema en aumento
El estudio demostró que entre los años 1966 y 2010 hubo 111 colisiones de veleros con ballenas o delfines. El hecho de que la mayoría de las colisiones se produjeran en estos últimos años (el 75% de los informes se refieren a los años 2002 a 2010), indica claramente que hay un aumento (ver el gráfico adyacente) de casos.
“Las cifras que hemos elaborado son preocupantes”, dice Fabian Ritter. “Debemos asumir que hoy en día los veleros, así como las lanchas y los barcos a motor, colisionan con más frecuencia con los mamíferos marinos. Probablemente en esta primera investigación hemos documentado sólo una parte de los casos. De momento no estamos viendo más que la punta del iceberg”.
Se registraron casos en todos los océanos. Sin embargo, la mayoría ocurrieron en el Atlántico, donde se da el mayor número de transporte de vela y donde se realizan la mayoría de las regatas. Entre los marineros que informaron sobre las colisiones se encontraban “destacados” participantes de las cada vez más populares “Ocean Races”, donde lo que más cuenta es la velocidad, y ésta conlleva un alto riesgo de colisión.
La mayoría de los animales identificados y los que sufrieron más colisiones con barcos de motor fueron las ballenas jorobadas y los cachalotes. Pero entre las víctimas también se encontraban ballenas azules, balénidos, ballenas grises o zífidos e incluso delfines. En algunos casos se ha podido comprobar que las colisiones fueron tan masivas que la ballena resultó herida de gravedad, muriendo en algunas ocasiones. Sin embargo, la mayoría de las veces ni siquiera se puede constatar de qué tipo de ballena se trata y mucho menos si ha resultado herida. También hay un riesgo de lesión entre los marineros, pues algunos informaron que su barco se detuvo repentinamente por la colisión. En algunos casos los miembros de la tripulación resultan heridos, pues a menudo el barco sufre daños. En siete casos se produjo la pérdida total de la embarcación, en tres de estos casos se hundieron. Esto acentúa el gran riesgo que implican tales colisiones. No se trata sólo de la protección de la naturaleza sino también de la seguridad de los marineros.
Peligro para personas y animales
Curiosamente, los veleros colisionan con las ballenas incluso a bajas velocidades. Por lo visto, los animales no perciben los barcos, ya que cuando navegan a vela generan menos ruido. Posiblemente los animales colisionan con la parte baja de los barcos al tratar de salir a la superficie.
También el ruido de fondo en el océano debido al creciente tráfico de barcos y otras actividades humanas juega sin duda un papel importante. A veces la curiosidad de las ballenas y los delfines provoca que naden cerca de los barcos antes de que se produzca el accidente.
Muchos factores individuales influyen en que la ballena, la tripulación o el barco salgan dañados. A veces las ballenas se asustan y se golpean salvajemente con la aleta caudal. Es inevitable que el timón o el casco del barco se dañen cuando chocan con animales de gran tamaño.
¿Cómo evitar las colisiones?
¿Cuál es la mejor forma de evitar las colisiones? La situación es clara: “Recomendamos urgentemente que todos los veleros tengan siempre un vigía alerta”, dice Fabian Ritter. “En la mayoría de los casos, las ballenas no se habían visto antes de la colisión, por lo tanto, es de suma importancia prestar más atención — especialmente en las áreas más frecuentadas por los animales.
En algunas áreas es preciso reducir la velocidad máxima, por debajo de los 10 nudos. Naturalmente, hay que informarse para saber dónde se cuenta con una mayor presencia de ballenas. Otra medida que se ha tomado respecto a las regatas es el traslado de los recorridos fuera del hábitat preferido de las ballenas (p.ej. plataformas continentales). Es concebible, además, que antes de las carreras de vela se envíen avistadores para comprobar si los mamíferos están en el área.
El texto del estudio (en inglés) puede bajarse desde este vínculo.