El término avistamiento de cetáceos define la observación de ballenas y delfines (latino: Cetaceos, cetus=ballena) en su hábitat natural.
Independientemente de si usted observa ballenas jorobadas durante su ritual de acoplamiento en Hawaii, calderones tropicales en las Islas Canarias o delfínes de agua dulce en el interior del Amazonas: se trata siempre de avistamiento de cetáceos. Las personas que observan cetáceos son denominadas avistadores de ballenas y/o delfines, en decir, avistadores de cetáceos.
El acercamiento a los mamíferos marinos suele realizarse desde una embarcación: a escala mundial casi el 75 % de los avistamientos de cetáceos tienen lugar desde una barca. Existe un gran número de puntos de observación de gran calidad en el globo terráqueo. La ventaja más importante del avistamiento desde tierra firme es que los animales no pueden ser molestados.
Una modalidad más exclusiva (y costosa) es el avistamiento desde aviones o helicópteros, lo que representa el 1 % de los avistamientos. Otra forma de avistamiento que está ganando cada vez más adeptos es el nadar entre ballenas y delfines (enlace con el apartado correspondiente…). Cada vez son más numerosas las empresas que ofrecen la posibilidad de nadar junto a los cetáceos, bien como parte de un programa o como finalidad específica. En este caso se emplea igualmente una embarcación para llegar hasta los animales.
Por último, tenemos a los cetáceos denominados „amigos de los hombres“ (en inglés: sociable o friendly dolphins). Estos son delfines (mayoritariamente delfines mulares) o pequeñas ballenas que se hallan en determinadas zonas o sectores costeros y muestran un comportamiento especialmente amistoso hacia el ser humano. La mayoría de ellos son conocidos en la zona, aunque su fama puede exterderse con frecuencia a nivel nacional o internacional.
Ahora como antes, entre el 70 y 80 % de los avistameintos de cetáceos tiene como protagonistas a las grandes ballenas. Las ballenas grises del Pacífico, las ballenas azules del Atlántico Norte, las ballenas francas de Sudáfrica o las ballenas jorobadas de la costa australiana- los gigantes marinos siguen causando verdadera fascinación entre los seres humanos.
El avistamiento de delfines y de pequeñas ballenas está creciendo en importancia en los últimos años. Esto se debe principalmente a que se dan a conocer cada vez más poblaciones de cetáceos fieles a un lugar (o residentes en él)– no en último término gracias a una investigación a campo abierto intensificada. Además, por lo general, estas poblaciones ofrecen más posibilidades de ser halladas que por ejemplo las gigantescas ballenas nómadas. Esta particulariedad las hace más atractiva para los avistamientos comerciales.
El avistamiento de cetáceos empleado con fines comerciales comenzó en California en 1955. Hasta el año 1982 únicamente 12 países, la mayoría de ellos distribuidos entre los Estados Unidos y Canadá, ofrecían avistameintos de ballenas de manera permanente. Ya en 1992, 45 países y territorios ofrecían avistamientos comerciales de cetáceos. La cifra de avistadores alcanzaba hacia la fecha los 4,5 millones. En 1995 eran ya 65 los países y 5,4 los avistadores.
Los últimos resultados del estudio del mercado del avistamiento de cetáceos a nivel mundial realizados en 2001, han demostrado que el sector práticamente no ha dejado de crecer. Además, en este periodo de tiempo se ha generado una poderosa industria. Hacia finales de los años 90, el porcentaje de crecimiento medio del sector a escala mundial, incluso ha aumentado. Por término medio éste alcanzaba entre 1991 y 1998 un 12,1% (sin embargo, algunos continentes y naciones mostraban, durante determinados años, un nivel de crecimiento de hasta un 200 %).
El mercado relacionado con el avistamiento de cetáceos crece 3 o 4 veces más rápido que la industria turística general, conviertiéndose en el sector del turismo con más alto nivel de desarrollo. Y parece que esta tendencia no tiene intención de frenar. Se calcula que en 1998 había 9 millones de avistadores y en 2002 esta cifra no debe de haber sido inferior a los 12 millones.
El número de países que ofrecen avistamientos de cetáceos sobrepasa en la actualidad los 97 y los puntos del planeta en los que es posible avistar ballenas y delfines ronda los 500. El avistamiento de mamíferos marinos se ha convertido en un negocio de ganancias millonarias.