¿Una zona protegida para el avistamiento de cetáceos?
Nunca como ahora había sido tan fácil acercarse a estas fascinantes criaturas en su hábitat natural. Esto ha contribuido a crear una efecto positivo sobre la imagen de los mamíferos marinos y a hacer concientes a muchas personas sobre la necesidad de proteger los océanos y sus habitantes. Por otra parte, sin embargo, en muchos lugares parece haberse llegado a una situación límite, donde un disfrute sostenible de los cetáceos a nivel turístico parece una aspiración demasiado alta.
La pregunta de fuego en un futuro será: ¿Cómo podemos proteger a los cetáceos del turismo masivo de avistamiento de cetáceos? ¿Mediante qué estrategias podrían convivir el desarrollo de esta rama turística con la observación ecológica de los mamíferos marinos?
El concepto de las zonas protegidas pueden sernos de utilidad en este contexto. Pero ¿zonas protegidas y avistamiento de ballenas no son dos términos contradictorios? ¿Cómo puede declararse protegido un espacio y al mismo tiempo llevar a cabo en su interior avistamientos de cetáceos? Las zonas protegidas limitan – con independencia de su finalidad – la utilización de estos espacios por el hombre.
Sin embargo, esto no ha de significar necesariamente que el avistamiento de cetáceos (y otras prácticas de utilización de la zona) deba de ser totalmente desplazado. MEER ha desarrollado un modelo de zona protegida especialemnte concebido para ser compatible con un disfrute sostenible de los cetáceos. En este modelo de zona protegida el turismo de observación de cetáceos sería encauzado en límites rígidamente controlados.